Yo no entendía mucho sobre el mundo antes de los quince años. Vivía en una pequeña parte de él, en el sureste de Wisconsin. Mis padres no eran religiosos (aunque mi bisabuelo materno, Edward M. Zerr fue un destacado comentarista de la Biblia en la primera mitad del siglo XX). Mi mamá y mi papá eran profesores universitarios, que nos llevó a mi hermano y a mí, hacía Carl Sagan, Andy Warhol,
Monty Python,
Saturday Night Live, y la radio pop. Pasé la mayor parte de mi infancia queriendo ser cantante. Nunca tuve un promedio mayor de 8 hasta finales de la preparatoria, e incluso en esa etapa no fui un estudiante destacado. En pocas palabras, las preguntas trascendentales de la vida nunca pasaron por mi feliz infancia. Yo estaba contento con el amor de mi familia y mi inclusión en los circuitos de buenos amigos.
Mamá y papá se separaron cuando yo estaba en segundo grado, después mi hermano y yo nos adaptamos con relativa facilidad a vivir en dos hogares. La nueva casa de mamá, en un suburbio de Milwaukee llamado Shorewood, se convirtió en nuestro lugar para la escuela, tareas y rutinas entre semana. Papá vivía en nuestra antigua casa en Racine, veinticinco kilómetros al sur de Milwaukee. Nos quedábamos con él cada fin de semana y la mayoría de nuestros veranos. Pasábamos muchas horas en nuestras bicicletas todos los días y practicando deportes con los niños del barrio -algunos de los cuales siguen siendo los mejores amigos que tengo. Mi madre y mi padre siempre se llevaron bien después de su separación, por lo que no nos vimos afectados con los antagonismos de un amargo divorcio. Puede que en ese entonces no considerara mi vida como idílica, pero en retrospectiva me doy cuenta de que era lo más cercano que puedo imaginar a la gran niñez americana.
Un día, cuando estaba en sexto grado, mi madre nos sentó, a mi hermano y a mí, en la mesa del comedor. Ella nos dijo que había conseguido un trabajo de administradora en la UCLA y que los tres nos mudaríamos a California. Mi primera pregunta fue "¿Y los terremotos?" Ella nos aseguró que no sucedían muy a menudo (aunque desde entonces he sentido varios). Mi segunda pregunta fue "¿Qué hay de papá?" Ella nos dijo que todavía viviríamos con él todos los veranos y durante las vacaciones de Navidad, al igual que en el pasado.
Cuando nos mudamos a California en 1976, todo era diferente. Como estudiante de secundaria que nunca había visto las montañas o el desierto, me pareció muy caluroso, seco y extraño. Los niños eran diferentes a los niños de Wisconsin -más alivianados de lo que yo era y, al principio, mucho menos amigables que mis compañeros en Wisconsin. Las chicas parecían mucho más experimentadas en su elegancia sexual, y en su forma de vestir. Les importaba la moda e ignoraban a los que consideraban raros.
Yo tenía pelo castaño oscuro y ondulado, imposible de peinar al estilo rock-and-roll de la década de 1970. Usaba camisas de terciopelo de Kmart y pantalones de pana, porque eran más baratos que los de mezclilla. Tenía zapatos baratos, también de Kmart o Payless, siempre gastados, con ridículos logotipos que emulaba las marcas más populares que los otros niños usaban. Andaba en una bici de carreras que era pesada, lenta, y con la que no podía saltar o patinarme. Tenía una patineta de plástico azul con ruedas de balero ruidosas, totalmente inadecuada para los parques de skate que eran tan populares en el sur de California. Nunca había ido al mar. Pensaba en la playa como en un lugar para ir a nadar, no como un símbolo o un estilo de vida.
Cuando llegué a California por primera vez, los niños me preguntaron: "Cuate, ¿fiesteas?" Pensé en las fiestas de fin de año de nuestra casa en Racine. Nos dormíamos hasta pasada la medianoche y comíamos helado y tomábamos refresco. Me tomó cerca de seis meses darme cuenta de que "fiestear" era un eufemismo para drogarse. Veía un montón de compañeros de séptimo grado venir a clase con los ojos rojos, sonrisas eufóricas y apestando a hierba. Mis compañeros de taller tenían proyectos secretos que realizaban sólo cuando el maestro salía a fumar su cigarro.
Sus trabajos consistían en tubos de poliuretano que rescataban de los desperdicios, sellados por debajo, y lijados por el otro extremo, con algunos agujeros perforados con el taladro. Yo estaba desconcertado hasta que un compañero de clase me dijo: "Compa, checa mi pipa. chingona, ¿no?" No sólo ignoraba que era una pipa, sino que tampoco entendía el adjetivo usado para describirla, ni por qué la estaba ocultando. Lo único que sabía era que había algún extraño secreto en todo eso, y yo no sabía que era.
Los niños en mi escuela ascendían en la escala social mediante la revelación de sus conocimientos del rock-and-roll, compartiendo sus colecciones secreteas de revistas porno, pastillas y cigarros de marihuana. Si aceptabas sus ofertas, eras uno de ellos, un compañero de confianza. Si tenías miedo de participar, eras un perdedor de segunda. En otras palabras, si seguías a la masa, incondicional y complacientemente, eras aceptado y recompensado con el estatus social. Si dudabas de la norma o de alguna manera ibas contra la corriente, ibas cuesta abajo en la escala social. A pesar de la mitología que California era libre y tranquila, mis días de escuela me revelaron que sólo había algunas algunas formas aceptables para formar parte de la multitud de moda. Yo me sentía más cómodo en mi círculo social en Wisconsin, pero aquel no tenían lugar en la vanguardia de América. En California, me estaba convirtiendo en un solitario.
Me empecé a juntar con aquellos a los que llamaban tetos, nerds, matados, maricas. Pasábamos mucho tiempo escuchando y hablando de música, un interés apasionado que había traído conmigo desde Wisconsin. Pero no me gusta las bandas favoritas de los drogos que adoraban a Led Zeppelin, Rush, Kiss, Foreigner, Styx, Ted Nugent, Bad Company, Lynyrd Skynyrd, y otros. Tenía distintos gustos musicales.
Al final de la secundaria, me acerque a un nuevo escenario social que en ese momento empezaba a tomar forma en California -los punk rockers, que se alejaban de lo comercial y eran despreciados por la mayoría de chicos de la secundaria en Los Ángeles. El punk en ese momento era tanto un postura estética y filosófica como un género musical. Rechazaba todo tipo de autoridad, estoy seguro que esa es la razón por la que me atrajo. Además, parecía dar la bienvenida a la anarquía que caracterizaba mi vida en California. Los punk parecían estar desilusionados con la promesa de la cultura californiana. Muchos de sus padres no vieron realizadas sus esperanzas y sus sueños, por lo que varios fueron abandonados a su suerte en la adolescencia, porque sus tranquilos hogares en los suburbios estaban sin vigilancia la mayor parte del tiempo. El divorcio era rampante. Muchos padres solteros, como los míos, tenían que luchar por ganar suficiente dinero para pagar el sueño americano. Se espera que los chicos se comportaran y encontraran actividades que no fueran destructivas o ilegales. El crecimiento de los suburbios de Los Ángeles se extendió tan rápida y ampliamente que la región entera se convirtió en una gran expansión urbana. La gran ironía del ideal suburbano en Los Ángeles es que muchos de los suburbios han terminado mezclándose a la perfección con los peores aspectos de la parte urbana. El embarazo adolescente, el robo, el abuso de drogas, y la falta de supervisión paterna-justificada por la falsa premisa de que los suburbios son un entorno más seguro que el "de la ciudad" - llevó a una disonancia peligrosa para muchos chicos de los suburbios. Este fue el escenario que dio lugar a la escena punk californiana. El punk de California abogó por una caótica amalgama de influencias, desde la música surf hasta el reggae, del folk al pop. Era tan diverso como la escena cultural de toda la región metropolitana de Los Ángeles. El antagonismo juvenil que surgió de este amasijo se filtró en la conciencia colectiva subcultural del movimiento punk. En contra de la conformidad tácita de los suburbios del sur de California, los punks eran vistos con temor y desprecio.
Me volví punk a los quince años. Me corté mi ondulado pelo casi a rape, lo teñí de negro, y pinte letras negras en mis camisetas. Nunca fui tan lejos como para hacerme piercings o tatuajes, pero en las fotografías y videos tomados en ese momento me veo como un joven punk amenazante. Eramos tres punks en mi escuela, y todos nosotros, en un momento u otro, fuimos golpeados por la gente de la escuela que se oponía a nuestra apariencia o a nuestros gustos musicales. Un maestro cuya aula estaba al lado de mi casillero, se burlaba de mi todos los días. "¡Punk rock!”-Decía todos los días con el mismo tono sarcástico y despectivo."¿Deberíamos estar preocupados? " Que un profesor se metiera conmigo era un concepto totalmente extraño para mi. Mis padres eran educadores que nunca denigrarían a alguien por expresar su individualidad.
La violencia por parte de los otros estudiantes me asustó pero al mismo tiempo me hizo sentir poderoso. Me hizo darme cuenta de lo frágil que en realidad eran la mayor parte de los conformistas, con cuanta facilidad podían ser llevados al punto en que podían perder el control. Encontré gran consuelo en la comunidad de punks de diferentes escuelas, diferentes barrios y diferentes culturas, todos con historias similares de opresión y abuso. Empecé a sentir que había una manera de hacer frente a la alienación social de mi entorno en la Costa Oeste. Fue a través de preguntas y desafíos, no de conformismo y aceptación. Aprender a ser un individuo fue el mejor regalo que recibí al crecer como punk.
En el momento en que entré en décimo grado, yo me sentía completamente ajeno a la escena en la escuela. Vivía sólo esperando el verano para pasarlo con mis amigos en Wisconsin. En Los Ángeles, pasaba la mayor parte del tiempo solo o con los otros excluidos que sufrían el diario bombardeo de insultos punk.
Dos cosas en la escuela me salvaron de naufragar en una existencia sin sentido. La primera fue la música. Me hice amigo de un niño dos grados adelante que yo, llamado Brett Gurewitz. Era un punk, al igual que yo, sin interés por la escuela, pero muy inteligente. Quería formar una banda y tenía guitarras, micrófonos y amplificadores, pero sin confianza para cantar. Un amigo común nos presentó diciendo: "Mira, Brett, él es Greg- canta muy bien." En realidad, hasta ese momento, nunca había agarrado un micrófono en mi vida. Pero de alguna manera había convencido a mi amigo que yo era un cantante experimentado, y en una semana Brett y yo estábamos escribiendo canciones y tocando juntos como guitarrista y cantante. Brett conocía a un baterista, Jay Ziskrout; la primera vez que ensayamos juntos, yo canté lo más fuerte que pude, y todos coincidimos en que eramos tan buenos que nos reuniríamos de nuevo en una semana. Hablamos con otro amigo nuestro, Jay Bentley, de cambiar de la guitarra al bajo. En un mes, éramos una banda de cuatro miembros con seis canciones que Brett y yo habíamos escrito. Empezamos a ensayar todos los días después de la escuela en el garaje de mi madre-un sofocante y oscuro edificio, separado de la casa que cariñosamente empezamos a llamar "el hoyo del infierno".
En ese momento nos enfrentamos a un problema común para las nuevas bandas- como nos íbamos a llamar. Mucha gente nos pregunta por el nombre de nuestra banda, que finalmente eligimos después de muchas lluvias de ideas. En primer lugar, hay que recordar que eramos punks de quince años de edad-que queríamos hacer encabronar a la gente. Cualquier cosa que pudiera hacer que los padres, maestros y personas con autoridad era objeto de debate. También queríamos un nombre que sugiriera un gran logo para calcomanías y camisetas. Muchos de los nombres eran convincentes, pero demasiado repulsivos. Esmegma, secreción vaginal, y cabeza de queso podían haber hechor que grandes logos, pero los rechazamos por no ser representativos de nuestras canciones. Jugamos con un montón de nombres con la palabra "malo"-Bad Family Planning, Bad politics. Cuando dimos con Bad Religion, Nos pareció perfecto. Ese año, 1980, era un momento de creciente importancia para los tele-evangelistas como Jimmy Swaggart, Pat Robertson, y Jim Bakker.
8 El año anterior, Jerry Falwell había fundado la Mayoría Moral, que tenía una poderosa influencia en la elección presidencial entre Jimmy Carter y Ronald Reagan. La religión era un tema candente, y los predicadores de televisión me parecieron un buen objetivo, aunque no pensamos que podría durar más de unos cuantos años. Sabíamos que la mayoría de la gente estaba tan a la defensiva acerca de sus ideas religiosas que se sentirían muy ofendidos por nuestro nombre- ¡una gran ventaja! Y luego a Brett se le ocurrió un logotipo que representaba nuestra posición filosófica. Nos sentimos completos.
Treinta años más tarde, el nombre de Bad Religion continúa ofendiendo a algunas personas. Lo mismo ocurre con nuestro logotipo-una cruz cristiana con una barra roja atravesándola (al que se le ha llamado el anti Cruz). Ninguno de nosotros ha arrepentido de elegir de ese nombre o ese logotipo. Consideramos que el anti Cruz es una especie de señal de "no estacionarse," en el sentido de que si ves el logotipo significa "no encontrarás cristianismo aquí." El nombre y el logo nos marcó desde el principio como una banda dispuesta a pensar por sí misma. Sugería que nuestras canciones tenían un tinte más filosófico. Nos evitó tener que lidiar con personas que eran excesivamente críticas de la música que desafía lo convencional. En resumen, nos dio la libertad creativa para hacer lo que queríamos.
O
tra cosa que me salvó en la preparatoria fue mi descubrimiento de la ciencia y, sobre todo, de la evolución. Para la Navidad de 1977 mi madre me dio un libro llamado "Atlas del hombre primitivo” de Manby Jacquetta Hawkes, que todavía tengo en mi librero.
9 Este libro traza la historia de los seres humanos desde hace 35.000 años y hasta el presente, con una gran cantidad de ilustraciones y líneas de tiempo para ilustrar los acontecimientos más importantes. Leí ese libro cuidadosamente en la secundaria. No pude entender mucho, porque incluía conceptos que eran demasiado avanzados para mí en ese momento. Pero la narrativa general era tan convincente que pude armar una cronología básica de la historia cultural humana.
Dos navidades después, mi mamá me dio el libro “Orígenes”, de Richard Leakey y Roger Lewin, que describe la evolución de los seres humanos desde nuestros antepasados primates.
10 Ese libro me acercó a una historia mucho más rica de nuestra especie. Esto sucedió al mismo tiempo en que Brett y yo estábamos formando Bad Religion, y la letra de una de las primeras canciones que escribí en el segundo año de la preparatoria se inspiró en ese libro. Aquí están las últimas líneas de Orígenes:
Somos un solo pueblo y todos podemos luchar por un objetivo: la supervivencia pacífica y equitativa de la humanidad. Haber llegado a esta tierra como el producto de un accidente biológico, sólo para abandonarla a través de la arrogancia, sería el colmo de la ironía.
La canción que escribí se llama "Vamos a morir por nuestra propia arrogancia (We’re Only Going to Die from Our Own Arrogance)", que se incluyeron en nuestro primer disco in1981, justo después de cumplir dieciséis años. Aquí encontrarás las letras de canciones:
El hombre primitivo se marchó cuando el hombre moderno tomó el control.
Las mentes eran distintas, la conquista era su objetivo.
Así construyó su gran imperio y sacrificó a su propia especie.
Entonces murió como un hombre confundido, se suicidó con su propia mente.
Vamos a morir por nuestra propia arrogancia.
Esa canción se convirtió en una afirmación que defina a Bad Religion. Todavía la cantamos en los conciertos de hoy, y más tarde otras bandas nos rindieron homenaje grabándola, en sus propios álbumes. En retrospectiva, lo que me demuestra esa canción es que yo ya me había dispuesto a ver el mundo a través del lente de la evolución. Aun estaba muy lejos de desarrollar una coherente visión naturalista del mundo. Pero leer ciencia, y escribir sobre ella en la música, me demostró que había una gran compatibilidad entre las artes y las ciencias. Yo quería ser tomado en serio como compositor, y la visión científica del mundo podría ser mi inspiración.
No tenía sentido de la moda. No tenía una apariencia única o un peinado atractivo. Pero ya había empezado a desarrollar una visión única del mundo al estudiar la evolución y la biología. Puse todo mi esfuerzo en desarrollar la idea de que si podía cantar acerca de temas únicos, entonces realmente no importaba si yo no estaba en onda o si usaba drogas. Podría hacerme un nicho como algo único en el mundo punk: un cantante de letras prolíficas y un trasfondo de ciencia natural.
La escuela era un lugar para aprender acerca de la evolución, pero no me fue de mucha ayuda. Al igual que en muchas clases de biología de secundaria, en mi escuela se minimizaba la evolución, aunque es la clave de toda la biología, teníamos sólo una unidad de una semana acerca del tema. Así que tuve que educarme. Me compré una económica versión rustica de “El origen de las especies” y me puse como meta leer un poco todas las noches antes de acostarme. Empecé a armar una biblioteca acerca de la evolución que hoy ocupa toda una habitación de mi casa.
Para nuestro proyecto final, teníamos que hacer una exposición sobre lo que habíamos aprendido ese año. En lugar de regurgitar uno de nuestros experimentos de laboratorio, al igual que la mayoría de los estudiantes, quise imitar a Donald Johanson, el famoso paleoantropólogo. Él había dado una inspiradora conferencia pública a la que asistí, donde habló sobre los descubrimientos que había hecho en África, incluyendo a su hallazgo fósil más famoso, Lucy.
11 Pedí prestado el proyector de diapositivas de la preparatoria El Camino Real, tomé fotografías de las ilustraciones a color de mis libros, y armé lo que debió ser la explicación más rudimentaria de la evolución humana jamás presentada. Le expliqué a mis compañeros de clase que la evolución se basaba en la competencia y que algunas formas de vida eran más aptas para la vida que otras. Les dije que toda la evolución tiende hacia la perfección, y que, a pesar de numerosos intentos fallidos y callejones sin salida, el linaje evolutivo más exitoso y elaborado era la especie humana. Dije que todos los atributos humanos eran originalmente adaptaciones a la vida en la sabana en África. En resumen, mas o menos describí la historia de la existencia humana, con la sugerencia tácita de que el propósito de la vida era simplemente que todas las especies evolucionaran hasta convertirse en individuos altamente avanzados y más perfectos.
12
Gran parte de lo que dije en esa conferencia estuvo mal. La evolución no tiende hacia la perfección. Depende tanto-si no es que más-de la cooperación y del azar como de la competencia. La evolución no tiene dirección. Es anárquica, sin embargo, de esta anarquía han salido entidades biológicas de gran sofisticación y belleza. Muchos de nuestros rasgos humanos más importantes no son adaptaciones a ambientes prehistóricos y los humanos están lejos de la perfección evolutiva.
13 Estoy seguro que la mayoría de mis compañeros estuvieron felices de tomar una siesta durante mi exposición. Pero recibí un 10 en esa clase, y mi profesor escribió en mi boleta de calificaciones "dio una gran platica sobre la evolución."
Todavía estoy orgulloso de esa calificación, pero recuerdo en ese momento pensé que tenía mucho que aprender. Haber formado Bad Religion y el descubrimiento de la evolución me obligaron a examinar las cuestiones importantes de la vida. Pero sabía que para cantar sobre los problemas de la vida cotidiana desde una perspectiva que incluyera a la ciencia se necesitaba una visión mucho más grande del mundo.
Una de las afirmaciones más famosas acerca de la evolución es que "nada en biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución."
14 En la preparatoria, interpreté esta declaración en el sentido de que no podemos entender la vida si no entendemos la evolución . Estaba seguro de que la ciencia evolutiva podría responder a las grandes preguntas intelectuales de mi adolescencia.
Todavía creo que todos deben tener por lo menos una comprensión superficial de la evolución. Algunas personas están profundamente preocupadas por las implicaciones de la evolución, pero es una parte esencial de la narrativa de las ciencias de la vida moderna. No estoy de acuerdo con aquellos que rechazan la evolución en favor de una filosofía creacionista, especialmente si basan su rechazo en razón de que la autoridad religiosa debe prevalecer sobre la ciencia. La gente necesita entender los conceptos básicos de la evolución si la van a rechazar, de lo contrario, no están contribuyendo en nada productivo a la sociedad moderna. Para mí, la negativa a aceptar la evolución equivale a negar todos los avances logrados por la ciencia del siglo XX y de volver a un momento en que la teología creacionista natural, de conformidad con la autoridad eclesiástica, era la mejor fuente de información sobre el mundo natural.
Los mecanismos inmersos en la evolución son diferentes de los hechos que dan lugar a mis sentimientos. Sin embargo, la lectura de la evolución me ha ayudado a través de muchos momentos difíciles. La evolución está llena de callejones sin salida, como es la experiencia de cada vida humana-el fin de las relaciones, la pérdida de tiempo, las canciones sin terminar, las metas no logradas. Todos los organismos y las especies mueren, al igual que todos nosotros debemos morir. Sin embargo, la tragedia también implica creatividad y oportunidad. A lo largo del tiempo evolutivo, las especies se han extinguido y la tierra se ha vuelto a llenar con nuevas.
15 Como el jefe científico de Parque Jurásico Michael Crichton, dice, "la vida encuentra el camino."
Nunca caí en el nihilismo, al igual que algunos de los punks que conocí. Nunca me apegue a la filosofía de que "todo es una mierda, así que ¿para qué preocuparse." Las personas que piensan que la auto-destrucción es la única respuesta lógica a un mundo sin Dios no son nobles realistas -están equivocados en el mejor de los casos o, más grave, mentalmente enfermos. Lo que hacemos tiene una profunda influencia no sólo en los más cercanos a nosotros, sino en círculos mucho más amplios de gente de lo que nos imaginamos. Tener un papel en la narrativa de la vida en este planeta me da un sentido de lugar. Me da una perspectiva desde la que veo las situaciones malas. Me ayuda a reconocer mi importancia en los que me rodean y la necesidad de mejorar en vez de disminuir sus vidas.
¿Puede el naturalismo competir con la religión al proporcionar la base para una vida con sentido? Yo creo que sí. El naturalismo no es una religión. No presupone un mundo más allá del mundo que se puede atestiguar de forma empírica, como la mayoría de las religiones lo hacen. Pero el naturalismo puede ofrecer un patrón para una visión global significativa con coherencia interna. Por lo menos, una comprensión de la evolución puede ofrecer una base para llegar como seres racionales a un acuerdo sobre las respuestas a preguntas difíciles.